Estoy casi segura que el 90 % de los jugadores que pasan por Los Naranjos Golf sucumben a los encantos de la terraza restaurante de la casa club que te llama a gritos desde que vas a dar el segundo golpe en el hoyo 18. Su elegancia y la perspectiva a de ver llegar a otros jugadores terminando la ronda y sufriendo los rigores de ese último hoyo es un bocado casi tan delicioso como el que ofrecen los platos de su original carta. Mezcla de las cultura gastronómica que el chef ha ido adquiriendo en su trayectoria laboral, los platos sorprenden por su originalidad y el respeto por el producto. Les invito a sentarse a la mesa y deleitarse con la propuesta gastronómica de Los Naranjos.
El origen galo de Geoffrey Sacchi se nota en el refinamiento de los platos y en las deliciosas salsas que los acompañan. Son tan sorprendentes, originales y sabrosas que tienes que pedir alguna aunque el plato que has elegido no lleve: “La cocina francesa destaca por las salsas, las hacemos con sus reglas, con sus recetas. Cada ingrediente tiene su función: el tomate para la acidez, la cebolla y la zanahoria para la parte dulce, todo tiene una razón por lo que lo hacemos y tiene un proceso que tienes que respetar para que te llegue un plato excepcional, que está muy bueno, bien aliñado, equilibrado”, explica.
Tras estudiar en una escuela francesa de cocina que comenzó a los 14 años Geoffrey ha pasado por algunos de los mejores restaurantes de Mónaco y ha tenido la fortuna de trabajar con grandes nombres chefs como Alain Ducasse teniendo la oportunidad de elaborar platos de alta cocina con productos excepcionales. De ahí se fue a Dubai, a Ibiza y al Caribe, donde el desafío consistía en cocinar productos totalmente diferentes. Finalmente, el Nikki Beach le traería a Marbella y el amor le atraparía aquí. Desde hace un año se ha hecho con los fogones de Los Naranjos y recientemente ha ascendido a responsable de toda la hostelería.
Cocina internacional, con un menú adaptado a los clientes del mundo que pasan por el club es lo que ofrece el restaurante. Así puedes comer desde un plato de jamón hasta unas albóndigas escandinavas o un curry, todo basado en sorprender a los comensales: “Estamos intentando utilizar los productos con mucho respeto, bien aliñado, con buen sabor, con buena salsa y al final esto es lo más importante. También es una cocina muy visual, trabajamos mucho para que los platos estén bonitos y el sabor esté bueno y los aliños justos y la relación sabor calidad es muy justo. Estamos encima de esto para saber que lo que pagan se refleja en la experiencia”, explica el chef.
La carta es de lo más variada y singular ya que presenta platos que van desde las tostadas de desayuno, a los snacks y sugerentes ensaladas pasando por las recetas más más sofisticados: «El plato que tenemos aquí que me encanta es el chrispy duck o pato crujiente. Los hacemos hirviendo dentro de un caldo durante dos o tres horas, después limpiamos la carne del pato, lo metemos dentro de un rebozado, lo freímos y lo pone los con una salda hoisin. Es un plato como el pato pekinés pero a nuestro estilo y esto no falla. Tiene muchos pasos, muchas salsas, muchos sabores y me gusta mucho. Viene con unos pancake, que es como una tortita de trigo muy finita donde puedes enrollar el pato con las salsas porque viene con una chutney de mango otra hoisin con albaricoque y soja muy asiática, una salsa de ostras, hacemos un alioli un poco particular de sésamo”, expone Geoffrey mientras se nos hace la boca agua.
Amante de la cocina tradicional y con su familia como inspiración, Geoffrey intenta volver a la cocina de los abuelos, a los sabores de la niñez: “Me gusta hacer platos con mucha creatividad de lo que he visto, con sensibilidad, con respeto pero con sabor. Es como aquí el cocido de tu madre. No hace falta hacer un aliño con miles de productos”, comenta.
Concienciado con el medio ambiente, el joven chef tiene grandes propósitos: “Me gustaría dar sería educar a los clientes en el producto local y de temporada. Es nuestra responsabilidad de consumir productos de kilómetro cero y de los jefes de cocina educar a los clientes. No podemos comer todos lo días salmón, porque viene de fuera. Cuesta mucho, pero al final el cliente se adapta. Este otoño me gustaría meter más producto de temporada, verduras y frutas antiguas, que tenemos y que nadie cocina por ejemplo”, cuenta.
Y a la espera de esa sorprenden carta de invierno les invito a descubrir este magnífico restaurante, mientras nosotras, nos quedamos en la terraza disfrutando del delicioso pato y de los pares y birdies que se cierran en el 18. Bon appétit !